El significado del evangelio para el espiritismo no debe ser simplemente religioso o místico, sino también “iniciático”: el ser humano encaminado por la senda de la vida espiritual con punto de partida en la reforma íntima, eliminando hábitos, vicios y costumbres perniciosos, defectos morales, sentimientos y pensamientos incompatibles con esa realización espiritual buscando adquirir virtudes propias del hombre nuevo, transformado.
El poder del evangelio para operar esa transformación es comprender que ninguno de sus problemas íntimos y vitales se resuelve por el conocimiento simplemente teórico o místico del evangelio, porque esos problemas no residen en el exterior, sino en su propio íntimo, concluye que el evangelio no pide un conocimiento intelectual, sino una vivencia individual. Viviendo y testimoniando el evangelio como es necesario, en la vida común, el hombre se espiritualiza, se engrandece, asciende hacia Dios.
El conocimiento simplemente teórico o místico y contemplativo, no cambia al hombre, sino muy al contrario, le aumenta los débitos espirituales, porque “a quien mucho le es dado, mucho le será pedido”, y también porque la fe sin obras, es fe muerta; y como el hombre para vivir y ejemplificar el evangelio, antes que nada debe reformarse, se sigue, con esto, que su primer obra y su primera ejemplificación, debe ser en sí mismo, transformándose en el hombre nuevo a que el evangelio se refiere.
Cada uno de nosotros debe espiritualizarse por sí mismo, por decisión propia, por esfuerzos propios, teniendo al evangelio como norma de conducta y acción, actuando, y no solamente creyendo.
Todo aquel que quisiera verdaderamente “iniciarse” en la vivencia evangélica, en el momento mismo en que se decide a hacerlo, abre amplias puertas en el plano espiritual para el recibimiento de auxilio, asistencia e inspiración.
Los días atribulados que estamos viviendo, y los aún más difíciles que están por venir, exigen del hombre sensato; reflexivo, decisión segura y definitiva de evangelizarse, para redimirse.
Recordemos nuevamente la necesidad tan imperiosa de una mayor aplicación al esfuerzo de reforma íntima.
No debemos olvidar que el blanco a alcanzar, es la perfección; el desprendimiento integral; el amor sin límites a todos los seres de la creación.
Que Dios los acompañe siempre.
“AMAOS É INSTRUÍOS”
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